Tras los tonos y temas que en el interior de 39 grados de cielo en la tierra se van articulando, el punto esencial es la vivencia y confrontación del vacío que late bajo toda estructura, que propulsa y opaca todo hacer. “Escribir para desestructurarse”, dice una voz, y en ese movimiento la búsqueda (la huida y la sospecha) del otro, de los otros indomeñables y extraños que habitan el yo, de la nada que lo invade y aminora hasta (des)ocuparlo para comenzar de nuevo, insistentemente, cada vez. Desde una indigencia que interroga al existir ocurre la apuesta esencial de esta escritura. Si a través de ella el absurdo de la historia –su violencia y repeticiones– y el absurdo del ser –sus poéticas y su culpa atávica– van pasando por un tamiz que los adelgaza, las palabras (sobre todo ellas) se dejan depurar mientras pulsan ese vacío que las invade. Gabriela Kizer
- info@paraleertemejor.com
Valoraciones
No hay valoraciones aún.