Diecinueve relatos podridos y una nota adjunta

La intrascendencia como propuesta estética. La intención de la frivolidad en las anécdotas y el desencanto narrativo son una constante. Las rupturas en la trama generan angustia en el lector, pues en repetidas ocasiones, lo dejan en un limbo que él debe completar. Esa inexactitud es el fuerte del libro: narrativas de la intrascendencia que nos invitan a pensar de plano en las personas que gustan de andar desprovistas de cordura y cuyo único modus vivendi es el aquí y ahora. La adoración del instante que manifiesta asco por el pasado y no ve un futuro cierto para transitar, por lo que presta atención a las minucias de lo momentáneo y hace de la fugacidad su única filosofía y referente.