El Inmortal: parte de una necesaria meditación crítica sobre los teatros del yo en las escrituras del presente. Una búsqueda metaliteraria individual enmar-cada en una preocupación colectiva de nuestro tiempo: la noción de “persona” como centro de la ficción. Pero, a diferencia de la glorificación narcisista de las redes sociales, aquí hay exposición del yo, autocrítica y parodia generativa.
Desprovista de soluciones imaginarias y musicales habituales, la poesía recobra la materialidad del lenguaje. No la materia-lidad desarraigada de las vanguardias, sino el retorno a la palabra como espectáculo en sí misma: el jue-go verbal, la agudeza, la autenticidad, la economía y la destreza que demanda el humor en la literatura.
En la tradición antisolemne de Vidales y de las Gotas amargas de Silva, este libro de “mente cortopunzante” será una bocanada de aire fresco para la poesía colombiana.
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