¿No es éste el libro que Borges dejó colgado en el aire para que alguien lo robara? Esteban Peicovich acepta el juego de ir a buscar ese libro suspendido del azar, despertarlo y darlo a leer. El resultado es el rescate de este Borges oral que nos iban robando el tiempo y el olvido. El Borges prismático y babélico que lo cotidiano fue disolviendo en periódicos, revistas, charlas, reportajes. Lo dicho en un café en Macchu Picchu, a las orillas del Tíber, en un baño o frente a un rostro imaginario.Lo borgeano que el periodismo recogió entre el apuro y la costumbre. Lo permanente impreso en lo efímero y que, tratándose de Borges, no merecía hibernar en la melancolía de las hemerotecas. A 25 años de la muerte del mayor escritor argentino, Peicovich comparte con sus lectores jubilosos tragos “leídos” de Borges. De lo “dicho” por Borges.
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