Algunos podrán decir que los poderosos también sonríen, que se acuestan tranquilos quitándole el sueño a millones de inocentes, aniquilando con su veneno, con su dinero. Tienen razón, aunque parezca más una mueca; también lo hacen los animales (y con más gracia). La sonrisa contenida del paria no puede aprenderse ni heredarse, es el Edén de la libertad ahora bien, después de vivir libres porque midieron la dimensión de su cárcel, el largo de sus barrotes y el peso de los grilletes
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